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Salud Mental El honor de ser amo de casa Por: Dr. Fabio Quintero Ujueta Médico Psiquiatra Por varios motivos ya por todos sabidos, durante
más de un año desempeñé, como muchos otros padres actuales, el papel de "amo de casa", el cual juegan o jugaban por tradición nuestras mujeres. Como todo comienzo fue difícil y engorroso por falta de conocimiento y
práctica en un área casi siempre restringida a l sexo fuerte, mientras el sexo débil trabaja o trabajaba por fuera del hogar en busca del vil, pero útil dinero. Con la experiencia aprendí por ensayo y error a realizar, delegar o supervisar las varias actividades propias de cada familia, como asesorar tareas escolares, cocinar, asear, pagar
servicios, lavar y planchar ropa, cuidar mascotas, guiar el buen uso de nuestro tiempo libre como el hacer deportes, jugar o ver televisión idónea, eñ mantener nuestra salud integral, relacionarnos con otros familiares
y amistades, y muchas actividades más que ahora dejo escapar no por menos importantes, sino por interminables.Ahora, ya pasado este valioso y feliz aprendizaje suelo repensar en un par de cosas algo prácticas como
otros quienes poseen aún la suerte de jugar el papel como a mí me pasó.
1. Es vital por muchos motivos para nuestra salud familiar bio-sico-social, el apersonarse de tal rol clave. 2. Por la crisis en inversión de nuestros valores éticos, individuales y
grupales, solemos mal pensar que es prioritario ganar dienro sin sopesar a qué costo. 3. Delegamos nuestra función indelegable de ejercer de papá y mamá, en niñeras o maestras, mientras nuestros hijos
reclamas a gritos nuestra atención única. 4. Subestimamos como padres, de modo defensivo, su necesidad filial e inaplazable de nuestra presencia maternal o paternal, para poder dedicar tiempo a nuestros
intereses que podemos aplazar, si queremos, sin ningún traumatismo. 5. Al contrario, nuestros niños y niñas no pueden darse el lujo de esperar, porque ellos y ellas experimentan y viven múltiples etapas
críticas de su desarrollo biológico, síquico, social y espiritual, que no permiten o admiten su postergación. 6. Si a un niño no le amamos en los primeros días, no le hacemos ver en sus primeras
semanas, no le hacemos oir ni hablar en sus primeros años, después, aunque lo estimulemos de forma adecuada ya no podrá aprenderlo jamás. 7. Nuestra cultura "machista" fue, y es, todavía enseñada y
transmitida a nuestras crías, más por nuestras mujeres, que por nuestros hombres, por ser ellas quienes más tiempo se dedicaron y dedican aún a la crianza de las mismas. 8. En nuetra lucha soterrada
pero tenaz, por poseer el poder en el nido, se recurre, como en toda guerra, a trucos tales como el disimulo franco de una debilidad o al disfraz sutil de una superioridad, juego que jugamos sin apenas percatarlo. 9. En nuestra cultura matriarcal y machista por la ausencia física y emocional del padre, a la mujer la hemos obligado sin opción a asumir el doble papel de mamá y papá con la consecuente infantilización
y dependencia del parejo y progenitor, quien asume un rol sumiso, como de hijo mayor y no de padre, de patrón, de alguien a emular por parte de sus hijos en común. 10. Cuando en una obra de teatro no
hay límites definidos y claros en los roles a jugar de cada uno de los actores o actrices participantes, no se puede comprender y gozar de la trama sutil e interactiva de ideas, emociones, motivaciones y conductas
de cvada individuo en escena. Así mismo, tampoco podremos desempeñar nuestros papeles específicos al interior de neustras familias si no somos o aparentamos lo que somos, sino que actuamos "como sí".
11. Facilitaremos más nuestra vida cuando elijamos reconocer el valor emocional invaluable en pesos, del papel de "ama o amo de casa" y optemos por pagar salario contante y sonante a quien trabaje en tan loable y
menos preciada labor.
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